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LA LIBRETA DE VENUS

   El año 2000, fue un año de sorpresas, dentro de nuestro Poder Judicial. Y con este tema, seguro finalizaremos un episodio que nos mostrará graficamente los hilos que se tejen detrás del andamio que significa para un simple mortal, el poder que posee esta entidad estatal. Llegar a ser Magistrados, además de un honor, debería ser un mérito para quien se ha distinguido de defender los ideales más sagrados de los derechos humanos, y de la libertad del hombre y la Mujer. No por amistad politico, o corresponder con un hueso colorado, a quien ha proporcionado dinero para la campaña de un Presidente. Aunque esto jamás sale a la luz, tengan por seguro, que es algo normal, aunque no moral. Pero en fin, nos interesa concretarnos a la parte más ancha del embudo que administra la Justicia Costarricense.

    Los diarios de mayor circulación nacional, venían siguiendo con alguna reserva la historia de una ciudadana, de los barrios bajos de San José, que se sospechaba se dedicaba a lo que hoy en día se conoce como proxenitismo. Y aunque la noticia no era la simple explotación sexual de mujeres para saciar las ganas de los caballeros; lo que realmente llamo la atención, es que esa señora, utilizaba menores de edad, para cumplir con las exigencias y necesidades de su selecta clientela. Es así, que varias veces el Organismo de Investigación Judicial, acudía a la casa de esta conocida señora, en el ámbito de la explotación sexual, y jamás encontraban envidencias de sus fechorías. Y ello impulsaba a los oficiales del orden, a pedirles sobradas disculpas por su atrevimiento en allanar la casa de habitación, sin indicio alguna que en ella se cometiera algún delito que perseguir.

    Más adelante, se conocería que la susodicha mujer, mantenía buenos contactos dentro de la Policía Judicial, quienes les pasaban el santo y de esa forma podía salirse con la suya, sin enfrentar cargo alguno, y continuar su lucrativo negocio. Incluso unos periodistas españoles, dieron el campanazo, al llegar a San José, a realizar un reportaje, en donde gracias al engranaje bien engrasado que esta red de prostitución juvenil, tenía en hosterías, hoteles y hospedajes, lograron ubicar a esta mujer, y luego de la primera conversación, lograr que se les enviara en un par de ocasiones a dos menores, quienes con apareciencia inocente, llegado el momento, mostraban que conocían claramente de las actividades sexuales, por las que se les pagaba hasta el taxi, a bordo del cual eran entregadas.

    Desatada la situación, a nivel internacional, exhibiendo a Costa Rica, la suiza centroamericana, como paraiso para saciar los deseos sexuales desenfrenados para pederastas y pedofilos, el O.I.J., no le quedo más remedio que hacer frente a las denuncias, e investigar lo que ocurría con la referida señora. Así, que montado el plan, una mañana, llegaron los oficiales del orden, y encontraron a la mujer, a quien arrestaron, asi como a dos menores, una de las cuales venia llegando a la casa de habitación, y en el tumulto, encontraron evidencia que la relacionaban con los ílicitos de trata de personas, en este caso en la modalidad de explotación sexual de menores de edad. Un oficial, bajo el anonimato, informó a los medios de comunicación, que la mujer, adujo durante su arresto, codearse con altas esferas en el Ministerio Público, en la Policía y en la Corte, si señor, así como lo estan leyendo.

    A los medios de comunicación se filtró la noticia, de que entre las pertenencias decomisadas a la mujer, se encontró una agenda color negra, en la que aparecían los nombres y  números de telefonos, de personalidades de la farandula, política y deporte. Entre ellos, altos jueces del Poder Judicial. El vocero de prensa, ni confirmó ni negó, pero algunos oficiales, que prefirieron el anonimato, así lo corroboraron. Y como si fuera una cosa que no importaba, el dato se disipó. El caso ya se daba por cerrado, con la captura de la mujer, su posterior enjuiciamiento y condena, no así la persecusión de los depravados, que utilizaban a estar mujer para saciar sus bajos instintos sexuales contra niñas y jovencitas.  ¿Por qué se protegió la identidad de estos señores? ¿Por qué se persigió a quien proveía de estos servicios, en lugar de cortar por la raíz esta inmoral actividad, juzgando a quienes exigían a las jovencitas? Esto es una prueba más, de que en altas esferas, el aire es más denso y hasta allá, la justicia aparentemente no puede llegar, como imposible sería escalar el Monte Everest, sin los implementos necesarios.

      La oficina de prensa, los compadrazgos con algunos medios de comunicación, y el Futbol Nacional, permitieron que esta noticia quedara en el oscurantismo, cuando se trata de grandes personalidades, pero más sin embargo, la diosa Ivsticia, aún sigue con la venda en ambos ojos, y no solo en uno, en estos menesteres. Se dice que un miembro del Consejo Superior Judicial, estuvo involucrado con este asunto, y por tanto aunque había sido reelecto, fue inmediatamente obligado a pensionarse, luego de su llegada del exterior, es decir, no le permitieron sentarse más de unos meses en su silla administrativa. Hasta el día de hoy, esto es un hecho cierto, que nadie, ni siquiera el periodista más aguerrido en Costa Rica, se ha atrevido, como un arqueologo, desenterrar del olvido de la Historia Judicial Costarricense, como lo fue también, descubrir al autor intelectual de la muerte de Parmenio Médina, conocido periodista, a quien se relacionó  su asesinato con un conocido Politico de la época, quien el programa radial "La patada" se convertía en una piedra en su zapato.

       Espero que algún día, si aún esa agenda no ha sido destruida, salga a la luz pública, para que Costa Rica, y el mundo se enteré que personas adictas al sexo con menores, continuan sentado en las sillas de la impunidad, al frente de entidades, a las cuales por moral y ética, no deberían esperar que se les apunte con el dedo acusador, sino por dignidad salir inmediatamente por la ventana, ni siquiera por la puerta, por la que entraron el día que juraron defender los derechos y libertades de los y las costarricenses.

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