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MUERE LA ERA DE LUIS PAULINO MORA MORA

   Señalar un antes y un después por la desaparición física de una persona, solo es un eufemismo porque la tierra en su historia ha contado con las mismas historias dentro de los contextos de la época histórica del país que sea.

      Pero para reflejar los cambios que se han presentado en las últimas semanas en la Asamblea Nacional, a raíz de la no reelección de un Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, vale la pena hacer la designación de la era del fallecido Luis Paulino Mora Mora.

      Ya otras personas se han encargado de hacer la reseña sobre la biografía del Presidente de la Corte Suprema de Justicia costarricense, Luis Paulino Mora Mora, por lo que no interesa en este artículo referirnos a ella cronológica ni biograficamente.

        En Costa Rica, se predica la independencia de poderes y en la realidad uno está supeditado al otro y se utilizan como bastiones para defender su propia fuerza.  Conforme a la Constitución Política, es la cámara de representantes del pueblo quienes eligen a los funcionarios del Poder Judicial, independiente de las razones que tengan para hacerlo o no, es decir, es una decisión política.


         Los defensores de la supuesta independencia del Poder Judicial, no se hicieron esperar. El Ministerio Público, el O.I.J. y hasta la defensoría pública, que dependen de la Institución, levantaron sus voces en defensa del Magistrado Fernando Cruz, quien no fue reelecto en su cargo por los diputados, han señalado que se trata de un ultraje y una intervención al Poder Judicial.


          Más sin embargo, ¿No es un ultraje, que en defensa de un compañero de trabajo, la Sala Constitucional haya acogido para su estudio sendos recursos de amparo en contra de la decisión política de la Asamblea Legislativa? ¿No es una innegable intervención a las competencias de un poder del Estado?

              El extinto Presidente de la Corte, fue uno de los defensores de su compañero de Corte, quien arengó en contra de la decisión de los parlamentarios, acusándolos de interferir en la independencia del Poder Judicial.  ¿Por qué tanta alharaca?  La silla de la Corte, no es vitalicia, como se ha creído e intenta imponer la "dictadura judicial" donde si no se hace lo que digan los "honorables" miembros de la Corte Plena, entonces, Roma se incendia. Eso es jugar con fuego.

                  En El Salvador, no hace mucho, la decisión de legisladores y el Poder Judicial, llegó hasta instancias internacionales y provocó un caos interno. Si el señor Mora Mora, o sus colegas de la Corte Suprema, quieren hablar de independencia y respeto, deben atenerse a lo que establece la Constitución Política, así como pretenden que se respete las atribuciones, por ejemplo, de la Sala Constitucional.

                 ¿Es el señor Fernando Cruz, el único ciudadano costarricense capaz de continuar con el cargo de Magistrado en Costa Rica? o es que, al contrario, ¿cada Magistrado y Magistrada, siente que su "status quo" se encuentra amenazado cuando les corresponda poner su nombre a consideración en una reelección? Lo que ellos mismos conocen como "jurisprudencia", que podría ser negativa de permitir que los "honorables" diputados y diputadas se aparten de la costumbre de apoyar la reelección sin razonar el por qué.


                 Hay malos hábitos que en Costa Rica, para muchos ciudadanos comunes no advierten que son perjudiciales para el país.  Es bien cierto que el Poder Judicial, es una institución que codea con el poder político y que han sido autores de atropellos al gobierno de turno, en diferentes épocas, así como han avalado las gestiones gubernamentales o partidarias. Pero, en Costa Rica, alertar sobre ello, es sinónimo de apología al agravio o una difamación.  Para muestra un botón. Hijos del fallecido Luis Paulino Mora Mora, fueron nombrados asistentes o jueces, con ciertos cuestionamientos, incluso que un hijo suyo, redactó una de las sentencias que bloqueaba la gestión parlamentaria.

                     Ahora se pretende buscar a un nuevo diputado que le sustituya no en integridad sino más domado, algo como el extinto don Pepe, decía: "domesticado", y más dócil a la obediencia del poder político.   Dentro del Poder Judicial, tal independencia no existe, cuando los altos mandos utilizan los grandes sistemas de gestión judicial, como si fueran maquiladoras, donde las sentencias deben salir en cantidades no en calidades. Un Juez que cuestione a la alta jerarquía, se convierte en un enemigo de la autoridad castrense de turno. Aquí ya hemos considerado un caso en que solicitar investigaciones a la actividad jurisdiccional implica ser el blanco de los Magistrados.

                     Entre los blogs públicos, el fallecido Luis Paulino Mora Mora, dejo sin contestar una carta pública que se puede ver en google y que refiere a las actuaciones que penden de un hilo al poder detrás del trono de la Corte Suprema de Justicia. Muchos se hacen de la vista gorda porque les conviene y pocos muestran la humildad de un Juan Pablo II, de pedir disculpas por las vejaciones de la Iglesia en el pasado, o renunciar como Benedicto XVI, cuando no se puede continuar con la gestión.

                     Es entonces, que se predica con hechos y no conminando a los empleados del Poder Judicial, a apoyar la vanidad y capricho de un Magistrado que desea continuar en la silla, aún con las artimañas de una Sala Constitucional, que requiere de un inmediato bisturí jurídico para evitar que sea la herramienta de quienes pretenden en Costa Rica, aplicar los medios necesarios para obtener el fin querido. Si la Constitución Política, señala que la elección de un Magistrado descansa en las potestades de la Asamblea Legislativa, mal haría una Sala Constitucional, en revertir - llamelo suspender - una decisión del Órgano legislativo, que no está a su alcance.


                    ¿Podría la Sala Constitucional, que lo actuado por la Asamblea, se encuentra fuera de su competencia constitucional, o serían ellos - la Sala - quienes están actuando hilando delgado, más allá de sus atribuciones legales?  

                          don Luis Paulino Mora Mora, paso como cualquier mortal por una institución sin dejar legado ni huellas más que un sin sabor que la Corte requería de un verdadero transformador, pero respetuoso de la Constitución Política, aún cuando sea en defender a un compañero de trabajo, que pretende aferrarse al poder. Para nadie es un secreto que la Asamblea Legislativa, es un control político y lo actuado cae dentro de ese juego de fuerzas que la Constitución en sus pesos y contrapesos habilito al órgano representante del pueblo. No le cae mal al Poder Judicial, probar un poco de su propia medida, cuando son ellos quienes sentados en la Torre de Marfil, juegan con el destino del pueblo, con una simple resolución judicial.

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